No Nos Consta 21/01/21
Muy temprano nos dispertó el presidente Duque todo bejuco: Tías, ¿quién de ustedes me cogió dos vacunas que yo tenía guardadas en el congelador de la nevera?
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¿Vacunas? No fregués Iván, ¿y pa quién las tenías separadas? -pregunté. Mi apá Uribe me ordenó que le consiguiera una pa él y otra pa misiá Lina, y no demora en venir por ellas.
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A mí que me esculquen, Ivancho -dije y miré a Tola, que me esquivó la mirada y gaguió entre dientes: Yo...yo no cogí nada...y difícil pillar quién se las robó porque aquí dentra mucho congresista.
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¡Dios mío, si no encuentro esas vacunas mi apá me mata y come del muerto! Tías, upa, ayúdenme a buscar. ¿Y cómo son? -pregunté. Son dos frasquitos de tapa morada y en la etiqueta dice: Manténgase fuera del alcance de los pobres.
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¿Y en qué parte del congelador las pusites, Iván? -dije mientras me ponía las gafas pa ver mejor. Las escondí al fondo, tía, entre una pechuga y el tarro del helado. Eh, quién sería el ladrón.
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En esas se oyeron unas herraduras en el tapete de la sala y era Uribe que llegó a caballo. Duquito se puso lívido y nos dijo: Tías, porfa me lo entretienen mientras yo busco las vacunas, y salió de güida.
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Buenos días, hijitas -saludó Álvaro mientras nos mostraba ufano el pocillo de tinto sin derramar una gota-. ¿Dónde está Iván? -dijo mirando pa dentro. ¿Como pa qué sería? -pregunté, por ganar tiempo.
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Es que me tiene un encargo -dijo Álvaro. ¿Qué clase de encargo? -preguntó Tola y me mató el ojo. Un encargo...un encarguito que le encargué -dijo Álvaro sirviéndole salvao con melaza al cojón.
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Ole Alvarín, ¿vites que tus falsos positivos resultaron ser más de seis mil? -dijo Tola voltiando la hoja. ¿”Tus”? -reviró Álvaro frunciendo el ceño-. Yo nunca di la orden de matar.
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Perdoná Alvaricoque, pero entre dar la orden y dar un premio no es mucha la distancia -dijo Tola calentando el ambiente-. Álvaro se puso rojo como un pisco y le gritó: ¡Adentro, madre de Soacha!
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Álvaro, ¿en serio no te remuerde la conciencia dale a un recluta tres días de permiso pa visitar a la mamá como premio por matar a un muchacho inocente, hijo de otra mamá? -dije yo recalentando el ambiente.
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Justo llegó Ivancho mostrando dos frasquitos: Miren tías, los encontré pero vacíos. Si ve pues apá -le dijo a Uribe-, lo banquiaron de vacuna.
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¡Pues esto no se queda así! -se emberracó Álvaro-. Iván, ¿de quién sospecha, mijo? Ivancito nos miró y agachó la mirada. Entonces Álvaro dijo que en la casa solamente había dos personas con cormobilidades: Tola y Maruja.
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¡Confiesen! -retumbó Álvaro quitándose las espuelas-. O me dicen ya mismo quién se gastó mis vacunas o acabo hasta con el nido de la perra...Digan la verdá, ¿fueron ustedes, par de urracas?
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Tola se puso a llorar, pero yo me le enfrenté: Álvaro, respete, y además ¿usté de cuándo acá tiene vacunas si todavía no le toca el turno, ah?
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Un momentico, tía -intervino Ivanchito-, si alguno merece la vacuna es el presidente eterno...Ah, ¿si? -brinqué-, ¿y pa qué la necesita si es tan “eterno”?
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Fui yo -dijo Tola careacontecida-, me las inyeté en los cachetes porque la etiqueta viene en inglés y yo creí que era el botos que había dejao olvidao Alicia.
Grafitis: Uribe tiene la conciencia afónica.
Ñapa: La enfermera a la que se le puso la primera vacuna la obtuvo a cambio de no reclamar los sueldos que le deben.
Ñapita: No hagan política con la vacuna, dijo el politiquero.
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